Noviembre 2020: Se fue Rozas y Carabineros sigue igual
Ya sin piso para aguantar un caso mediático más de carabineros violando los derechos humanos, la permanencia de Mario Rozas al mando de la institución policial, pendía de un hilo. El que se cortó cuando el 18 de noviembre pasado el sargento segundo John Mograve no tuvo mejor respuesta que disparar su arma de servicio en contra de dos menores que estaban en un hogar dependiente del Sename, hasta donde llegaron carabineros ante un llamado de descompensación de un adolescente.
Consumado el hecho, e imposibilitado de negarlo, las críticas y miradas se posaron todas en el general Rozas y el gobierno, para ver si, al fin, vendría la ya muy tardía remoción del alto funcionario. Incluso, parlamentarios de derecha que ya no tenían cómo sostener y justificar la permanencia de Rozas al mando de la institución. Es por eso que su remoción fue cosa de horas y en una muy mal diseñada puesta en escena, fue el propio Piñera el que, junto al saliente director general de Carabinero, su sucesor y las máximas autoridades del Ministerio del Interior, anunciaron a todo el país que “habían aceptado la renuncia” del general Rozas.
Sin embargo, la despedida que tuvo por parte del Mandatario fue del todo desprolija y desafortunada, cuando al momento de presentar a su sucesor, el hasta entonces subdirector de la institución, general Ricardo Yáñez, Piñera se despachó: “Tengo el mayor aprecio, admiración y gratitud por la labor que ha cumplido el general Rozas”, borrando de un plumazo toda posibilidad de acercamiento con las víctimas de la represión policial desatada tras el 18 de octubre de 2019. Frase que, de todos modos, está perfectamente alineada con lo que ha sido la postura del gobierno frente a las constantes denuncias de atropellos a los derechos humanos por parte de la institución policial en estos meses de crisis. Total, e irrestricto apoyo a Carabineros y criminalización de cualquier atisbo de protesta.
El reemplazo del general director por su subalterno más cercano, no mueve un ápice la cuestionada estructura y funcionamiento de la institución policial. Los protocolos siguen siendo los mismos, la represión continúa de la misma manera, sin distinguir de quien se manifiesta de manera pacífica respecto de hechos violentos.
Aunque lo especialistas han repetido hasta el hartazgo la necesidad de, al menos, generar una profunda reestructuración de Carabineros, sino una disolución y puesta en marcha de una nueva policía que goce de legitimidad ciudadana, el reemplazo del general director por su subalterno más cercano, no mueve un ápice la cuestionada estructura y funcionamiento de la institución policial. Los protocolos siguen siendo los mismos, la represión continúa de la misma manera, sin distinguir de quien se manifiesta de manera pacífica respecto de hechos violentos. A todos se les continúa considerando -aunque no se reconozca- bajo la lógica del “enemigo interno”, quien debe ser reducido y neutralizado con todos los recursos disponibles.
Esta lógica de mirar con distintos prismas a diversos sectores de la sociedad no es solo privativa de Carabineros. Desde el gobierno no hay mucho disimulo en aplicar distintas varas a unos y otros, dependiendo de dónde se ubiquen en el espectro social y político. Si no, no se explica la rapidez con la que recaen todas las herramientas que les provee la ley cuando se trata de, por ejemplo, aplicar la Ley de Seguridad del Estado, cuando se bota al lecho del río una motocicleta de Carabineros. Sin embargo, cuando la Policía de Investigaciones detecta y detiene a un peligroso grupo de extremistas de ultra derecha, que se organizaron para amenazar a una fiscal del Ministerio Público, el gobierno no solo no aplica esta herramienta legal, sino que el propio subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, no encuentra nada mejor que bajar el perfil a la peligrosidad del grupo, tildando de “utensilios”, los cascos, escudos, balas y pistolas de fogueo decomisados a este peligroso grupo. El doble rasero, a la vista.
Retiro del 10%: el gobierno pierde hasta cuando gana
Tratando de no repetir el bochorno de hace unos meses, cuando la aprobación del primer retiro del 10% le provocó un golpe de tal magnitud, que tuvo que cambiar por completo al equipo político de La Moneda, el gobierno -de manera astuta- sacó cuentas y concluyó que la mejor manera de asumir la derrota ideológica de un nuevo retiro era con un proyecto propio, así poder decir después que fue el gobierno el que estuvo detrás del proyecto que permitió aliviar en parte a las muy necesitadas familias en tiempos de pandemia.
Pese a ello, y sea el resultado que fuere al final del proceso legislativo, el retiro de un segundo 10% de los fondos previsionales constituye una derrota para el gobierno y el modelo neoliberal que defienden. Sea a través del proyecto de los diputados o del gobierno. Porque se trata de otra vez tocar los sacrosantos fondos de las AFP, que son el motor del sistema económico de nuestro país. Lo que denota que se trata ya de una institución que dejó de ser intocable y que perdió la necesaria legitimidad social, vistos, además, sus nulos resultados en la entrega de pensiones dignas. Cóctel perfecto para, en un mediano plazo, ser al menos, fuertemente reformadas, sino eliminadas como fuente de jubilaciones.
En este contexto de lucha por cuál proyecto de retiro es el que prevalece, el gobierno de manera hábil logró introducir el suyo a través del Senado y gracias al tiempo que dejó pasar la presidenta de la Cámara Alta, Adriana Muñoz, para que el proyecto de los diputados fuese visto. Si bien el Ejecutivo intentó “vender” su proyecto como idéntico al otro, en su formato original fue diseñado con un par de muy importantes diferencias. Entre ellas, el requisito de no tener cotizaciones previsionales el mes anterior a la solicitud de retiro y percibir una remuneración menor a $2,9 millones; la obligatoriedad de reintegrar el dinero rescatado de los ahorros previsionales y el plazo de entrega de 60 días hábiles desde la presentación de la solicitud. Indicaciones reformuladas en el Senado posteriormente. Cuestiones todas que serán vistas en la Cámara y el Senado durante diciembre. Queda aún mucho por discutir.
Lo que llama la atención es que el gobierno haya presentado un recurso de reserva de constitucionalidad al proyecto de los diputados del retiro del 10% ante el Tribunal Constitucional. Lo que significa que para el Ejecutivo dicho proyecto se aparta de los márgenes de la ley. Sin embargo, hace pocos meses fue el propio Presidente Piñera quien, con su firma, promulgo una ley idéntica en forma y fondo a la que se discute estos días en el Congreso.
Lo que llama la atención es que el gobierno haya presentado un recurso de reserva de constitucionalidad al proyecto de los diputados del retiro del 10% ante el Tribunal Constitucional. Lo que significa que para el Ejecutivo dicho proyecto se aparta de los márgenes de la ley. Sin embargo, hace pocos meses fue el propio Presidente Piñera quien, con su firma, promulgo una ley idéntica en forma y fondo a la que se discute estos días en el Congreso. Lo que llama a preguntarse si en La Moneda piensan que firmaron un proyecto que está contra la ley que hoy invocan. De todos modos, se trata de una discusión y conversación que está a años luz del dogma neoliberal del gobierno y que jamás, antes del 18 de octubre de 2019 hubieran soñado tener que estar discutiendo. El arco de lo posible se corrió con el cerco que movió la ciudadanía movilizada.
Las primarias que no convocaron
Pese a que en la Democracia Cristiana celebraron el triunfo de Claudio Orrego en las primarias para gobernador en la Región Metropolitana como si hubiese sido ungido como Presidente de la República, lo cierto es que a un mes de realizado el histórico plebiscito constituyente, las cifras son elocuentes. Los votos válidamente emitidos apenas sobrepasaron los 370.000, a años luz de los más de 7.500.000 registrados el 25 de octubre pasado, para el plebiscito constituyente que gano el Apruebo con casi un 80% de los votos.
La casi nula convocatoria de los partidos para que sea la ciudadanía la que dirima sus negociaciones internas, es solo el reflejo que la gran masa de votantes se siente convocado solo cuando lo que está en juego son asuntos trascendentes.
La casi nula convocatoria de los partidos para que sea la ciudadanía la que dirima sus negociaciones internas, es solo el reflejo que la gran masa de votantes se siente convocado solo cuando lo que está en juego son asuntos trascendentes. Es cierto que el estallido social desató una ola de participación y movilización ciudadana, pero quedó demostrado que la gente se involucra y quiere participar cuando ve que hay en juego asuntos trascendentes, como cambios al modelo de AFP, sueldos dignos, salud y educación al alcance de todos, pero no resolver asuntos internos de las diversas coaliciones. Sobre todo, si tampoco hubo mayor intención de las autoridades por propiciar la participación ciudadana con anuncios y avisos publicitarios.
Acaso lo único novedoso y que se salió del molde tradicional de los partidos en esta elección primaria fue el arrollador triunfo en la región de Valparaíso del activista de los derechos del agua, Rodrigo Mundaca, quien, pese a no tener historial dentro de un partido, obtuvo más del 63% de las preferencias y se alzó como una opción real para ser gobernador regional en abril próximo.