Por la razón o las armas

Por la razón o las armas

Por: Juan Francisco Germain

¿Debiéramos apuntar el dedo acusador, por el grave descontrol de la pandemia y sus consecuencias, a la apertura del país para el período de vacaciones?

El ministro Paris insistió que la causa está en las fiestas de fin de año, no en las vacaciones, pero en mi opinión se equivoca. Creo que mostró desdén hacia las recomendaciones que llegaban desde la sociedad civil. Varios expertos advirtieron, oportunamente, que el “permiso de vacaciones” o relajar las medidas a fin de año, traería consecuencias. Pero el gobierno desatendió estas recomendaciones. La consecuencia más grave de esta “ola post vacaciones” es que cobra nuevas vidas y somete a la población al encierro otra vez.

Con sensatez y sana intención, el Consejo Asesor planteó el 3 de marzo, la conveniencia de prorrogar el Estado de Excepción Constitucional (EEC), atendida la grave situación de contagios. El Colmed apoyó esta moción, formulando recomendaciones adicionales, aunque en RR.SS. se advertía un rechazo hacia la prórroga.

La gente parece comprender que el EEC es una herramienta que está usando el gobierno para concentrar su poder de control social, para sofocar la rebelión y agitación que provoca su incapacidad de atender las legítimas demandas de hace más de un año.

El EEC no es una medida “sanitaria”. No lo son el toque de queda, ni carabineros o militares haciendo control de identidad con sus fusiles en la mano. No, eso no ayuda y sólo hace crecer el descontento, el miedo, la frustración en los que siempre terminan pagando los platos rotos. Es un juego peligroso el del gobierno, que amedrenta de este modo, crudo y prolongado, a la población.

El EEC no es una medida “sanitaria”. No lo son el toque de queda, ni carabineros o militares haciendo control de identidad con sus fusiles en la mano. No, eso no ayuda y sólo hace crecer el descontento, el miedo, la frustración en los que siempre terminan pagando los platos rotos. Es un juego peligroso el del gobierno, que amedrenta de este modo, crudo y prolongado, a la población.

Izkia Siches, recientemente reconocida por el WEF como una de las Líderes Jóvenes más influyentes, apoyó estas declaraciones de Colmed solicitando endurecer el control de viajeros, mejorar el TTA y otras medidas. Me alineo, aunque duela, de inmediato con sus recomendaciones, sin duda, queremos superar pronto la pandemia. En simultáneo, Juan José Ossa, ministro Segpres, abogado PUC y fiel al Mindset de la élite, condicionaba la entrega de las mínimas ayudas (IFE) a las familias más vulnerables, a la aprobación de la prórroga que el gobierno tan desesperadamente necesitaba. Toda sensatez pasa inadvertida en estos días.

La ocupación del territorio

Así las cosas, la medida EEC cumplirá en junio, cuando venza su actual prórroga, 540 días. Llevaremos un año y medio en estado de catástrofe, algo inédito en nuestra historia, una nueva normalidad con olor a régimen totalitario, cuyos gobernantes oprimen al pueblo, lo llevan al límite y se valen de las armas para sofocar cualquier natural y obvia queja, imponiendo su verdad.

Los chilenos debemos soportar un escenario dantesco de muerte por Covid, que nos acecha en cada lugar por donde obligadamente hay que circular de lunes a viernes, desde y hacia los lugares de trabajo, en carros o buses atestados de gente, donde no hay aforo máximo, sino vista gorda, pero llegado el fin de semana, debemos permanecer confinados, porque el virus amenaza.

La cesantía es cada día más una cruda realidad para muchos, mientras que las ayudas o programas de empleo, una promesa más que es incumplida, como las de las campañas políticas en tiempos de elecciones. La cesantía, la pobreza, abren un escenario poco auspicioso para los trabajadores en el corto plazo, donde el dinero valdrá más y el trabajo menos.

Eso debe preocuparnos porque el ejecutivo sale al rescate ahí donde los negocios del presidente lo ameritan, como es el caso de Casinos Enjoy, que recibieron con los brazos abiertos el mayor plazo para sus obligaciones, donde la fiscalización, a cargo de Vivien Villagrán, sería el chivo expiatorio en la Superintendencia de Casinos, cuestionada por un gremio que, por lo demás, daña las finanzas de los chilenos, muchas veces con altos costos familiares, adicción y pérdidas económicas, entidades que gozan los beneficios de este modelo desregulado y pro-empresas pero anti-personas. La agenda del último año se apura y, sin olvidar la urgencia de aprobar el siniestro TPP-11 o la fatídica “Isaprización” de Fonasa, no dejará de sorprendernos.

La imposición de la verdad

Chile no es últimamente el oasis de la democracia de AL, próspero, limpio, seguro, con calidad de vida y alto ingreso per cápita, sino una dictadura tercermundista más a los ojos del mundo. Las escenas cotidianas de enormes contingentes de FF.EE. que, con agresividad, arrasan con quien se ponga por delante, salvo que lleve un ramo de flores al fallecido ícono de la milicia que, por casi un siglo, estuvo emplazado en el punto G de la protesta social, un general, dicen, algo digno de antología.

Es que se trata de la ocupación de cada espacio, se trata de ocuparlo todo, así como imponen su verdad en los medios, así como deciden la economía o se adueñan del agua, tienen el poder absoluto, ni más ni menos, el poder que añora toda dictadura.

Es que se trata de la ocupación de cada espacio, se trata de ocuparlo todo, así como imponen su verdad en los medios, así como deciden la economía o se adueñan del agua, tienen el poder absoluto, ni más ni menos, el poder que añora toda dictadura.

El monopolio de las armas está en el lugar equivocado, en un régimen que protege estatuas de un país que, aunque murió el 18-O, añora resucitar. El sufrimiento está en los corazones, porque cuando se detenta el poder absoluto, la ocupación del territorio busca poseer también la verdad, esa que predican quienes nos llaman “antichilenos” y que impondrán por la razón o las armas.

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