La excepción constitucional normalizada

La excepción constitucional normalizada

Por Juan Francisco Germain

La normalidad no existe, pero sirve. Todos tenemos algo de locos, somos distintos, tenemos mañas, costumbres gustos especiales y eso nos hace normales. Lo extraño es que alguien sea perfecto y nunca se salga de una rutina perfecta y disciplinada, eso es más difícil. La vida suele ponernos en situaciones que nos golpean y nos sacan de la rutina y los hábitos, es entonces que valoramos la normalidad, algo hemos perdido y extrañamos. Años atrás me quebré la muñeca izquierda y por meses sufrí al abrochar mi camisa, algo tan simple me hizo crecer.

Quienes vivimos en este hermoso país estamos acostumbrados a que nuestra normalidad se vea interrumpida, alterada, ya sea por desastres naturales como terremotos, aluviones o la propia sequía, pero también por fenómenos sociales como el golpe del 73, la dictadura, las protestas. Crecí en medio de balaceras, desde el bombardeo a la Moneda, los militares en las calles, segregación, abuso de una clase dominante e injusticias de todo tipo, nada me pasó desapercibido.

Chile parece tranquilo, pero la procesión que lleva por dentro es bastante fuerte, es un país convulsionado, digamos normal, dentro de lo convulsionado, ni muy mucho ni tan poco. ¿Normal para su edad y nivel de subdesarrollo? Hay países en el mundo que no cursan las agitadas aguas que nosotros ¿o es que ya las vivieron y aprendieron a estar en armonía?

Nosotros, en cambio, parece que aún tenemos mucho por delante, desafíos complejos y aprendizajes, corregir errores, no sólo en nuestro entorno, sino propios del contexto global. Hay un cambio climático acelerándolo todo, hay un fracaso del sistema económico capitalista, consumista depredador y desigual que nos lleva a repensar muchas cosas, en lo micro y lo macro.

El 18 de octubre de 2019 abrimos la caja de Pandora después de un período algo más manso. Aún no sabemos quién quemó tantas estaciones de metro, ícono de nuestro progreso, un costo sideral en reparaciones, un daño moral, la conmoción, el deterioro de la calidad de vida de millones de personas, la alteración de la normalidad como un terremoto grado 8 podría haberlo logrado, pero peor, porque lo ocasionamos nosotros mismos.

Vivimos tiempos de cambio, desde que nacemos hasta que morimos. El 18 de octubre de 2019 abrimos la caja de Pandora después de un período algo más manso. Aún no sabemos quién quemó tantas estaciones de metro, ícono de nuestro progreso, un costo sideral en reparaciones, un daño moral, la conmoción, el deterioro de la calidad de vida de millones de personas, la alteración de la normalidad como un terremoto grado 8 podría haberlo logrado, pero peor, porque lo ocasionamos nosotros mismos.

Hábitos y rutinas se vieron seriamente afectadas, con gran dolor vimos nuestro entorno destruido día tras día, noche tras noche por meses. A poco andar, la pandemia instaló una alteración todavía mayor, que sumó desorientación, al punto que ya me cuesta recordar cómo era un día normal: levantarse, ir a trabajar… pero si ya no hay oficina. Saludar a alguien que está muerto ahora, cuánta gente se ha ido con la pandemia. Cocina, teletrabajo, encierro en una organización de vida muy diferente y a pesar de ello, asumimos que es transitoria. ¿Pero, dónde es que estamos, cómo nos bajamos de esto, qué es lo que realmente está pasando?

La excepción constitucional normalizada

El toque de queda ha sido un recurso importante para este gobierno, para mantener el poder tambaleándose, después de demostrarse su indolencia frente a las demandas ciudadanas, reflejado en la más baja aprobación en la historia, sólo 4,6%.

La medida de excepción constitucional ha sido invocada y prorrogada por 4 veces en forma consecutiva desde el estallido, se ha vuelto normal, como tantas cosas: es normal el toque de queda, estar a medias entre la fase 2 y 3, pero ver que las restricciones se violan para ir de vacaciones a Miami, en helicóptero a comprar almejas o para hacer fiestas en algún balneario pituco.

La medida de excepción constitucional ha sido invocada y prorrogada por 4 veces en forma consecutiva desde el estallido, se ha vuelto normal, como tantas cosas: es normal el toque de queda, estar a medias entre la fase 2 y 3, pero ver que las restricciones se violan para ir de vacaciones a Miami, en helicóptero a comprar almejas o para hacer fiestas en algún balneario pituco. Es normal que se junten algunos a pedir que esto cambie y en forma inmediata aparezcan violentos piquetes de FFEE a dispersarlos, es normal que resulten personas lesionadas gravemente, que se tome detenidos a algunos de ellos y que, para asegurarse de que queden presos, se los cargue con pruebas falsas. Es normal que la justicia no funcione y omita la responsabilidad de carabineros, que violan los DDHH, pese a las contundentes pruebas que lo acreditan, porque ellos deben gozar de inmunidad e impunidad para poder seguir reprimiendo de manera normal. Es normal que carabineros torture y dispare balas causando muerte, pero es más normal que luego queden libres. Es normal que el conflicto en Wallmapu sólo aumente y traiga más dolor, que metan presos y violen a NNA, a las mapuche vendedoras de hortaliza.

Es normal que la clase adinerada, en todo este pasar, tenga cada día más y más dinero. ¿Se volvió normal el caos, la corrupción, la injusticia, es normal que estemos solos y desamparados, como pueblo, frente a un estado policial violento y desatado? No para mí. Este clima enrarecido provoca daños. Siento que les explotarán los privilegios en cualquier momento.

Me siento humillado por este gobierno que ha violado el alma nacional, que ha normalizado tanta brutalidad y podredumbre moral. Espero que no sintamos que es normal que los constituyentes sean los mismos de siempre y nos arrebaten esa esperanza también.

Espero que el congreso revoque el estado de excepción en esta oportunidad y, con ello, recobremos al menos parte de nuestros derechos. Deseo ver este país reencontrar ese camino que ha sido tan esquivo por largos años: la justicia, base de una paz social duradera, sin militares en las calles.

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1 Comentario

  • Gracias querido amigo Juan Francisco por tus palabras equilibradas y democráticas. Lo que no comparto es lo del conflicto mapuche en el cual hay «río revuelto para ganancia de pescadores» entre ellos algunos narcos. Antes de venirme a España no existía conflicto mapuche ni nada que se parezca sino que ha aparecido con las políticas indigenistas que se olvidan de nuestra herencia europea, donde Latinoamérica es un continente mestizo de tres culturas es decir: las indígenas amerindias, las hispanas y europeas y las africanas y tenemos que ser conscientes de nuestras tres culturas a diferencia de EEUU y Canadá donde imperó el racismo desde los primeros colonos que entre otras barbaridades mataban indígenas para cortarles la cabellera y conseguir recompensas de sus autoridades británicas. Por el contrario la política desde Isabel La Católica en el Imperio Español era conceder la ciudadanía del imperio con derechos a todos los indígenas, de hecho se hicieron las Leyes de Indias por orden del nieto de la reina Isabel, el Emperador Carlos I de España Carlos V de Alemania, que como precedente reconocido por los historiadores, de los DDHH del siglo XX en el siglo XVI protegían a los indígenas. Por ello y mucho más no podemos olvidarnos de nuestra herencia hispana somos irreparablemente mestizos y quienes desde Santiago de Chile acuden a rio revuelto a pescar tierras en la Araucanía aunque se disfracen y maquillen no son indígenas. Te recomiendo leer el libro que resume la historia de nuestro continente latinoamericano del gran escritor mexicano Carlos Fuentes: «El espejo enterrado» Yo lo he leído 3 veces y no me cansa. Bueno querido amigo saludos y un fuerte abrazo!!! José Manuel Fernández Ortiz.

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