Historia de un reencuentro inesperado

Historia de un reencuentro inesperado

Por Fernando Arredondo. En Twitter: @ArredondoX

 * Integrante del Taller de Escritura para Principiantes, impartido por el historiador y politólogo Max Quitral

En los primeros meses de esta cuarentena, por allá en una mañana fría sabatina, mi hija mayor ya comenzaba a mostrar sus primeros síntomas de estrés por no salir todos los días como cuando iba al jardín, por cierto, su primera y única semana que asistió este año. Yo, desconcertado por todo lo que se vendría en temas de salud y economía para mi familia y saturado de tanta noticia sobre Covid-19 en la televisión, comencé a buscar programación infantil en los servicios de streaming que fueran de interés para ella.

Al hacer zapping, me llamó la atención el contraste de amarillo y negro de la imagen, bajo el título de The Peanuts Movie, película del 2015 que cuenta la historia de Charlie Brown, un tímido personaje y Snoopy su aventurera mascota creada por Charles M Schulz en 1948 y que por tantos años fue transmitida por el canal La Red.  La historia en la película es muy simple, Charlie Brown un chico tímido con alma de fracasado quien vive en un poblado donde sólo se ven niños (los adultos están sólo en forma de voz distorsionada). Sociedad infantil que sufren problemáticas de adultos.

Mis recuerdos de esos tiempos era de una serie que daban en la TV antes de mis programas favoritos, así que, como dejaba puesto el canal, la escuchaba un poco. Pero, un día vi una escena donde Charlie Brown tratando de impresionar a su amada niña del cabello rojo, decide resumir el libro de 1200 páginas “Guerra y Paz” de León Tolstoi ambientada en el imperio ruso, sin embargo, su trabajo fue completamente destruido por un helicóptero de juguete medio minuto antes que apareciera su compañera, sumando un episodio más a la lista de fracasos a sus cortos ocho años. Inmediatamente relacioné lo que vi con los episodios de mi vida cuando estudiaba mucho para una prueba y me sacaba un rojo igual. Ahí comenzó mi amor por Peanuts.

Cuando vi la película con mi niña, esa parte que inició mi relación a mis 11 años con la serie, fue agregada a la trama, reencontrándonos 25 años después. Imaginen la emoción que sentí. Pero, ¿Qué tiene Charlie Brown que genera que mi hija, quien está recién conociendo sobre el mundo, vea su película todos los días? Empecé a analizar las escenas, hay diversos timbres de voz, hay momentos muy graciosos, está Snoopy y su pajarito Woodstock con sus historias del Barón Rojo; están las escenas de felicidad, tristeza y fracasos de Charlie, con los que ella empatiza con risas, con exclamaciones de compasión, etc. Yo sólo relacionaba la inseguridad de Charlie con las propias que tuve en diversos episodios de mi vida.

Charlie es el fiel reflejo de la sociedad infantil de hoy, siendo que la serie inició hace más de 60 años. Tenemos niños que se ponen a prueba diariamente para poder lograr la aceptación del resto, la misma que continuamente refleja en la cara los tropiezos, no entendiendo que es parte del crecimiento, que detrás de cada tropiezo hubo ilusiones, esfuerzo, sueños, un lado B, o lado A, que realmente importa destacar.

Charlie es el fiel reflejo de la sociedad infantil de hoy, siendo que la serie inició hace más de 60 años. Tenemos niños que se ponen a prueba diariamente para poder lograr la aceptación del resto, la misma que continuamente refleja en la cara los tropiezos, no entendiendo que es parte del crecimiento, que detrás de cada tropiezo hubo ilusiones, esfuerzo, sueños, un lado B, o lado A, que realmente importa destacar. Juicios de niños que son parte de constructos familiares, de barrio, que se crean a partir de imágenes de tv, de redes sociales, que reflejan la alta competencia social, la valorización por cantidad de victorias personales, generando inseguridad, miedo, y sobre todo, falta de amor propio, ¡Qué triste!, ¡Estamos hablando de niños!

Mientras veía la serie no paraba de recordar todas las veces que me sentí fracasado en mis años de vida, cuando trataba y trataba de conseguir algo, pero siempre ocurría una situación que obstaculizaba la llegada a la meta. También miraba a mi niña concentrada en la película y deseaba que ella no fuera una Charlie Brown más, sino una Niña del cabello rojo que pudiese ver más allá de lo que otros ven, cuando entendió que en el mundo también existen personas que no ganan, que fracasan tanto que sienten que no sirven para lo que hacen, que al final del día su sueño no se logra, aumentando la angustia y la tristeza que eso provoca y que el aliento sobre lo grandiosos que son puede generar grandes cambios y teñir su mundo de hermosos colores.

Es entretenido ver como mis niñas disfrutan de las series, videos, comics que marcaron mi vida y han aportado en mi crecimiento, y más aún con esta película cuyo génesis, la serie, es tan parecido a lo que viví. Me llena de esperanza saber que el día de mañana, cuando ellas sean adultas, puedan encontrar a su papito al reproducir esta película o ver la serie, y entender cuáles eran mis gustos y por qué me sentía tan identificado.

El buen Charlie Brown lo hizo otra vez, volvió a mi vida sin aviso, sin pedir permiso, volvió para quedarse un buen tiempo. Sin querer, volví a encontrarme con ese niño de 11 años que almorzaba solo, el que soñaba y le daba miedo el futuro, y que hoy, a sus 37 años, sigue soñando y temiéndole al futuro.

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