
Enero 2021: Candidaturas presidenciales insípidas y una pandemia sin control
A lo largo de este primer mes del año fuimos testigos de cómo la élite, en sus diversas manifestaciones (partidos políticos, medios de comunicación gobierno y empresarios), ha desplegado sus esfuerzos para afianzar el control sobre la agenda constituyente, que, a estas alturas parece ya un desabrido remedo de los vientos de cambios que estremecieron a Chile en octubre de 2019, que a muchos hizo soñar con la irrupción de profundos cambios y, por fin, acabar con los vergonzosos grados de desigualdad en que vivimos.
Hoy, los discursos de los cientos de candidatos a constituyentes se ven mezclados con la oferta electoral tradicional de las múltiples elecciones de alcaldes, concejales y gobernadores regionales, que acompañará la elección de los 155 constituyentes el 11 de abril próximo. Si bien existen y nunca han dejado de estar presente voces que cuestionan el modelo de sociedad que “estalló” el 18 de octubre de 2019, la lógica electoral tiende a aplastar y uniformar muchos discursos y dejar en un segundo plano las sentidas demandas que saltaron por los aires para el Estallido Social.
Inscritas ya las listas para la elección de constituyentes, se consumó lo que ya se sabía: que la fragmentad oposición se presentarían igual de atomizada y en múltiples listas para la elección de constituyentes. Todo ello, frente a una monolítica derecha y ultraderecha, que no se pierde a la hora de saber que tiene la misión de defender el modelo social y económico que les ha granjeado cuantiosos privilegios, gracias a la dictadura que lo impuso con la fuerza de las armas y consagró en un plebiscito fraudulento. Y si para ello, la autodenominada “centro derecha”, que se jacta de ser liberal y moderna, tiene que pactar con la ultra derecha de marcado tinte fascista, no hay problema. Cuando hay que defender el modelo, no hay dónde perderse.
Tenemos a una derecha, que, pese al caos de su carrera presidencial plagada de candidaturas sin destino, sabe que la lucha de verdad está en la elección de los constituyentes. Partido en el que entra ganando por secretaría, con su avivada de los 2/3, que le permite concentrar sus esfuerzos en que su lista única obtenga solo 1/3 de los constituyentes para impedir la aprobación de una constitución que se vea muy diferente a la actual.
Así, por un lado, tenemos a una oposición sin liderazgos, proyectos de sociedad que ofrecer al país (a veces, meros esbozos de ideas), ni menos algún atisbo de hacerse cargo del fondo de las demandas enarboladas durante el Estallido Social, ni tampoco de asumir su corresponsabilidad en el desigual país forjado desde 1973 en adelante, transición incluida. Lo que hace que el 18 de octubre parezca lejano y apenas como una mera brisa de deseos ya cooptados por las élites políticas, que pasaron las demandas sociales por sus aceitadas máquinas electorales. Y desde la otra vereda, una derecha, que, pese al caos de su carrera presidencial plagada de candidaturas sin destino, sabe que la lucha de verdad está en la elección de los constituyentes. Partido en el que entra ganando por secretaría, con su avivada de los 2/3, que le permite concentrar sus esfuerzos en que su lista única obtenga solo 1/3 de los constituyentes para impedir la aprobación de una constitución que se vea muy diferente a la actual. Ni siquiera aspiran a tener la mitad, les basta con apenas el 33% de los futuros constituyentes. Misma lógica de bloqueo que imperó durante los años de la Concertación y el apogeo del sistema binominal que benefició al mismo sector, para que, en las elecciones parlamentarias de antaño, les bastara con tener más de un 33% de los votos para tener ganada al menos la mitad de cualquier elección de diputados o senadores. No han tenido nunca que aspirar a tener la mitad de los votos. Antes gracias al sistema binominal y ahora para la elección de constituyentes.
Tal parece que el 15 de noviembre (Cuando se firmó el acuerdo por la nueva Constitución) no todos recordaron la capacidad que tiene la derecha de hacer magia con los números al alero de los quórums supramayoritarios. Asimismo, la conciencia de clase, de la que tanta gala ha hecho la izquierda a través de la historia, se ve más clara en la derecha, que se muestra unida y sin fisuras. Saben que, a la hora de las papas calientes, no están para juegos electorales y que los intereses y privilegios del modelo deben ser mantenidos a como de lugar. Mientras tanto, al otro lado, intestinas y ególatras luchas por quién es el más puro de izquierda, o quién tiene la razón y no cede en pactar con éste o el de más allá, se ve ridículas y poco sentido le hacen a mucha gente que salió a la calle durante el Estallido Social y está sintiendo que la nueva constitución será apenas un poco menos mala que la actual y con casi ninguna viabilidad de cambiarla en muchas décadas.
La élite se divierte en pandemia
Pocos días habían pasado desde el inicio del muevo año, cuando se filtró un video en el exclusivo balneario de Cachagua (donde veranea buena parte de la élite criolla), en el que se aprecia a un numeroso de grupo de jóvenes (y otros no tanto) en una fiesta, a plena luz del día, haciendo caso omiso a las instrucciones sanitarias de la necesaria distancia social y uso de mascarilla. Como era de suponer, además de la vergüenza de conocerse algunos nombres, tan irresponsable acción tuvo sus consecuencias, con un alto número de personas contagiadas con Covid-19 y un gran revuelo mediático, pero a la vez, con mínimas consecuencias judiciales para sus protagonistas
Mientras los números de contagios se multiplican a lo largo del país, con el lógico incremento también en la cantidad de fallecidos, que, en varias jornadas de enero estuvo rondando las 100 víctimas fatales al día, en un contexto de un 143% de aumento de contagios semanales, según el informe ICovid, entregado a mediados de mes.
Todo ello, mientras los números de contagios se multiplican a lo largo del país, con el lógico incremento también en la cantidad de fallecidos, que, en varias jornadas de enero estuvo rondando las 100 víctimas fatales al día, en un contexto de un 143% de aumento de contagios semanales, según el informe ICovid, entregado a mediados de mes. Las causas se podrían encontrar en la licenciosa y permisiva política sanitaria de las autoridades, que no hallaron nada mejor que, sabiendo que se venían días de alta cantidad de contagios, permitieron a la gente salir de vacaciones, propiciando la expansión del coronavirus por más regiones del territorio nacional. Y después, claro la culpa es de la gente por hacer uso de los permisos que la propia autoridad entrega. Lo que queda claro con las declaraciones del 12 de enero del ministro de Salud, Enrique Paris, quien endosó toda la responsabilidad a la gente que “no aprendió de la primera ola, porque está tomando conductas de riesgo muy importantes”.
Y como la irresponsabilidad no recae solo en la élite, sino que es transversal, los casos de fiestas y encuentros clandestinos se han multiplicado por todo el país. Respondiendo, quizás a una natural necesidad de salir tras largos meses de vivir una situación anormal, pero, a la vez, carente de toda responsabilidad consigo mismo y el propio entorno familiar. La pulsión por la diversión, en algunos casos, es más fuerte que la necesidad del autocuidado y preservar la propia vida. En este contexto, se hace muy difícil el trabajo de fiscalización, el que se ve también presenta importantes grados de discriminación y sesgo. Porque, mientras los que organizaron la famosa fiesta en Cachagua no fueron detenidos y pasados a un proceso de control de detención, no ocurrió lo mismo con otros irresponsables ciudadanos que han cometido faltas similares en sectores de menos recursos económicos y contactos, los que sí han sido detenidos por Carabineros. Por eso, no dejó de llamar la atención las palabras del general director de Carabineros Ricardo Yáñez sobre esta diferencia de trato: “No pongamos el foco en detalles”, dijo. Como diría cualquier abogado, “A confesión de parte…”
Las insípidas candidaturas presidenciales
Mientras tanto, enero fue fértil para anunciar una serie de candidaturas presidenciales, varias de ellas sin destino alguno y otras que prometen ser competitivas en diciembre próximo. Entre las primeras figuran las de los exministros de Piñera, Sebastián Sichel e Ignacio Briones, cuyas salidas del gabinete es imposible que hayan sido efectuadas sin el visto bueno del Mandatario. Así, uno podría preguntarse qué busca Piñera con estos dos exministros lanzados a la carrera presidencial, uno sin apoyo partidario (Sichel) y el otro (Briones), proclamado por el partido más nuevo y con menos peso (Evópoli). Solo caben especulaciones. Uno podría imaginar, por ejemplo, que le interesa contar con alguien que le responda a él en un hipotético e improbable caso de triunfo. Y si se pierden en el camino, bueno…Cosas que pasan.
A su vez, en Renovación Nacional, Mario Desbordes se anotó un triunfo enorme al ser proclamado por su partido como precandidato presidencial, con cerca de un 70% de los votos de los consejeros que llegaron a votar. Triunfo que lo posiciona como el hombre fuerte del partido, pese a la fracasada oposición que intentó hacer Carlos Larraín, ex presidente del partido y reconocido como uno de los principales financistas de RN, que no pudo imponer su línea ideológica más tradicional y menos propenso a ceder a las tentaciones que se aparten de la rigidez del modelo. En la UDI, no hubo sorpresas y las precandidaturas de Joaquín Lavín y Evelyn Matthei siguen su curso, a la espera que pasen las elecciones de abril para tomar una decisión.
En la exConcertación sonó fuerte el “Dedazo” que aplicó Michelle Bachelet desde Ginebra, Suiza, a Paula Narváez como su favorita dentro del Partido Socialista. Cuasi nominación que echó abajo cualquier asomo de precandidatura, como hubiese sido la de su presidente, Álvaro Elizalde y que intenta mostrarla como un “rostro nuevo”, “feminista” e involucrado con los cambios que ameritan estos tiempos.
Desde la otra vereda, en la exConcertación sonó fuerte el “Dedazo” que aplicó Michelle Bachelet desde Ginebra, Suiza, a Paula Narváez como su favorita dentro del Partido Socialista. Cuasi nominación que echó abajo cualquier asomo de precandidatura, como hubiese sido la de su presidente, Álvaro Elizalde y que intentan mostrarla como un “rostro nuevo”, “feminista” e involucrado con los cambios que ameritan estos tiempos. Curioso porque, hasta esta ahora, no se le había oído hablar sobre, por ejemplo, los presos del Estallido Social, las víctimas oculares ni sobre las razones que originaron el 18 de octubre.
Desde la DC, Mónica Rincón, se impuso con gran ventaja sobre Alberto Undurraga en la primaria interna y lo propio hizo el presidente del PPD, Heraldo Muñoz al vencer a Francisco Vidal y a la pintoresca candidatura de Jorge Tarud, que no sobrepasó el 3% de los votos. Todas estas sin grandes posibilidades de prosperar frente a la ungida de Bachelet. Mientras que el PC mantiene, sin haberlo nominado oficialmente, al alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, como su prometedora carta presidencial para diciembre. A su vez, el Frente Amplio (cada vez menos amplio) aún no se repone de su resquebrajamiento y partidas de connotados militantes y diputados, que lo están dejando en una muy débil posición de negociación. Su anterior candidata presidencial, Beatríz Sánchez, optó por postular a un cupo en la Convención Constituyente. No estaba para nuevas aventuras de este tipo o quizás, no la quisieron postular. Solo ellos lo saben.
Lo que tienen en común la inmensa mayoría de estas candidaturas es su enorme distancia con las demandas sociales abrazadas por millones de chilenos que salieron a las calles en octubre de 2019 cansados de abusos y horrorosas desigualdades. Hasta la fecha, no se ha visto un reconocimiento a que han sido parte de una élite política y económica responsable de vergonzosos grados de inequidad. Se presentan con ofertones particulares en determinadas áreas, pero sin asumir que ellos y los partidos que representan fueron y han sido los interpelados por el desastre social que explotó hace casi un año y medio. Ellos, los interpelados de hace poco son hoy los que nos muestran las recetas de cómo arreglar este entuerto, llamado modelo de sociedad neoliberal, que nunca, nadie se ha animado a removerlo de raíz.
Y mientras tanto, muchos de los que permitieron que hubiese un nuevo camino constitucional, siguen privados de libertad, sin juicio de por medio, con medidas cautelares de prisión preventiva, que a otros (la élite) no les toca cuando deben enfrentar a la justicia.
Equipo de Estallido Social.