Desde el 2018 un viento helado sacude a La Moneda
Si alguien cree que sólo en estos meses del año 2021 el gobierno de Piñera ha sido fructífero en tropezones, patinazos, inmoralidades, engañifas y estulticias, se equivoca. De ello trata esta nota
Por: Arturo Alejandro Muñoz
En estos últimos tres años, el gobierno encabezado por Sebastián Piñera ha retrocedido dramáticamente en lo referido a probidad y transparencia, instalando, además, una enorme duda respecto de lo que es y no es moral en política, cuestión que en estas últimas semanas ha sido acompañada por varios trastabillones (‘patinazos’, les llaman los chilenos) que ponen en seria duda la afirmación lanzada por el mandatario durante su campaña, cuando aseguraba que él y su equipo tenían suficiente experiencia para gobernar.
Algo funciona mal en el palacio de gobierno, pues los errores se suceden sin pausa. Veamos algunos de ellos ocurridos el año 2018. Esto ocurría en La Moneda y en Chile en ese momento.
El nepotismo navegando a vela desplegada fue tal vez el primer patinazo de Piñera y de algunos de sus ministros. Designó a su hermano (Pablo Piñera) como embajador de Chile en Argentina, y fue tal el escándalo que tuvo que echar pie atrás. Pero, ya había nominado a su primo hermano –Andrés Chadwick- en el cargo de Ministro del Interior y jefe del gabinete ministerial. además de ser quien le subroga en caso de ausentarse del país, vacaciones, licencias médicas, etc.; ergo, la familia Piñera se ‘adueñó’ de la administración política del país. .
Este ministro, a su vez, instaló a su hijo en la Moneda, quien finalmente fue cuestionado por la Contraloría General de la República ya que no contaba con los requisitos exigidos para desempeñar el cargo. No sólo a su hijo, también había instalado a su nuera (Josefa Solar) que, luego de las críticas, decidió presentar su renuncia. Además, la hija de Andrés Chadwick –Camila Chadwick Costa- permanecía trabajando como jefa de gabinete de la entonces Ministra de Medio Ambiente, Marcela Cubillos.
Según el diario derechista “La Segunda” (de la cadena El Mercurio), veintitrés serían las personas que –en ese año 2018- tenían relación familiar directa con autoridades de gobierno, lo que conformaría una especie de mapa o red que habla claramente de nepotismo.
En otras funciones propias del gobierno, hasta ese momento eran 26 los seremis que hubieron de renunciar a su nombramiento, ya fuese por descubrírseles que estaban inhabilitados para ocupar un cargo público, o porque no cumplían con los requisitos mínimos exigidos por la normativa jurídica vigente. La preselección hecha por los partidos oficialistas UDI y RN fue, a no dudar, deficiente… y la capacidad de la Moneda para determinar inhabilidades en las personas que designaría en cargos del gobierno interior fue aún peor.
Semanas más tarde, la Subsecretaría del Trabajo estuvo protagonizando, por algunas horas, un verdadero papelón al promover una charla que dictaría una asesora en modas a sus funcionarias en el día de la madre. “Cómo ser diva y no morir en el intento”; ese era el título de la charla. Muchos dirigentes de las tiendas derechistas no entendían qué estaba ocurriendo en esa subsecretaría, y se lo hicieron saber al ministro, quien decidió cancelar la charla, aunque el papelón ya estaba hecho.
La Moneda protocolizó ese mismo año 2018 el nombramiento de 25 embajadores que nos representarían en distintos países, pero al momento de ser confirmados faltaron seis de ellos que no fueron considerados. ¿Por qué? Porque en la cancillería alguien se saltó un par de hojas en el documento oficial, olvidando específicamente a aquellos cuyos apellidos iban de la ‘S’ a la ‘Z’. Fue así que quedaron sin confirmar: Cristián Streeter (Irlanda), Eduardo Tapia (Ecuador); Flavio Tarsetti (Dinamarca), Mauricio Ugalde (Paraguay), Patricio Utreras (Haití) y Fernando Zalaquett (Egipto). El entonces canciller, Roberto Ampuero, tuvo que citarlos a una reunión especial en la que dio explicaciones por el bochornoso hecho, asegurando que sí estaban confirmados y que su no presencia en el documento oficial se debía sólo a un “lamentable error”.
Otro tropezón, de mayor gravedad, fue el que experimentó el MOP (Ministerio de Obras Públicas), que habría analizado el tema del uso provisorio del fallido puente Cau-Cau con el Ministerio del Interior. En dicha cartera, la jefa de la División Jurídica era Ximena Risco y el asesor externo para casos de alta connotación pública era Luis Hermosilla, ambos, hasta marzo de ese año, eran abogados de la empresa “Azvi”, constructora del mentado puente. ¿Qué tal? ¿Y la oposición “centroizquierdista”, existía?
Sobre este asunto, el diario electrónico “Fortín Mapocho” informó: <<Hay mucho ruido interno estas semanas en el Ministerio de Obras Públicas (MOP), ya que después de cuatro años de enfrentamientos con las empresas responsables de la construcción del Puente Cau Cau –calificado en el mundo como un “horror de cálculo”– y que llevaron a dicha cartera a impulsar su desarme, hoy hay un nuevo criterio que apunta al uso provisorio y parcial por dos años de la cuestionada obra.
No sólo eso, con esta voltereta dicha cartera podría encaminarse a una derrota judicial en lo que respecta a la demanda civil por incumplimiento de contrato que en 2015 presentó Azvi, la empresa constructora, en la cual exigía al Estado el pago de $890 millones por obras ejecutadas y otros cuatro ítems de obras por un valor de $5.388 millones>> ¿Sería tal vez el mismísimo exasesor del MOP, Luis Hermosilla, uno de los abogados de la empresa en la demanda civil contra el MOP? E n gobiernos como el actual, cualquier inmoralidad puede suceder.
No terminaban allí los problemas de los nuevos gobernantes, ya que el Ministro de Salud, Emilio Santelices, destacó con luces propias mediante dos burdas intervenciones que en otro país le habrían costado el cargo. En una de ellas afirmó que en Chile, en relación a la mortalidad por VIH, estábamos por sobre el doble del promedio mundial, pero días más tarde (cuando en las redes sociales lo despedazaban criticándole su desconocimiento del tema) tuvo que rectificar aclarando que “hubo una confusión” al momento de explicarlo: “El promedio mundial de mortalidad de VIH es de 13,96 y no del 1,2 por cada 100 mil habitantes“, expresó el secretario de Estado.
Más delicado que lo anterior fue, sin duda, lo ocurrido con el “protocolo de aborto tres causales”, que Santelices impulsó para establecer la “objeción de conciencia” que algunos médicos manifestaron tener. Sin embargo, la Contraloría General de la República emitió un dictamen anulando ese protocolo de objeción de conciencia para los centros de salud en materia de aborto. El ministro debió concurrir a la Cámara de Diputados, llamado por una interpelación; sin embargo, su actuación ante la comisión ad hoc fue francamente deplorable, pues eludió responder las preguntas que se le hicieron y su comportamiento fue más parecido al de un fanático futbolero de barra brava que a la de un ministro de estado.
En estos serios trastabillones, la guinda de la torta la puso quien era entonces Ministro de Hacienda, Felipe Larraín, envuelto en un escándalo de proporciones mayores luego que en medio de un severo plan de austeridad -que él mismo impulsó- se reveló el pago con recursos fiscales de su viaje a Estados Unidos para asistir a un encuentro de ex alumnos de la Universidad de Harvard.
El viaje tuvo un costo superior a 8.300 dólares, entre pasajes en primera clase y el viático, los que fueron cancelados por el fisco chileno, pese a que Larraín había recibido la invitación en agosto del año 2017, cuando aún no ejercía como ministro. La polémica se desató pocos días después que el propio Larraín anunciara un recorte fiscal de 4.600 millones de dólares para el periodo 2018-2021, con un severo instructivo de austeridad en todo el aparato público.
Pero, no se agotó en lo meramente económico este asunto, ya que Larraín arrastró al gobierno a honduras mayores, toda vez que parlamentarios del partido socialista recurrieron a la Contraloría General de la República solicitando un pronunciamiento de ese organismo, acusando al secretario de Estado de realizar un viaje personal financiado por el Fisco. Ante ese escenario, Piñera quedó expuesto a compartir una eventual falta a la probidad.
A lo anterior se ha sumado otro hecho: el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago declaró admisible una querella por malversación de fondos públicos presentada por al abogado Luis Mariano Rendón en contra del ministro.
Felipe Larraín, en tanto, informaba -a las apuradas- que haría un reembolso de cierta cantidad del total del dinero fiscal usado en ese viaje, y con evidente molestia declaró que: “todo esto es parte de la pequeñez de la política y se ha faltado a la verdad; se ha dicho que fui a una reunión de amigos y se omite decir que fui a una conferencia que organiza la Universidad de Harvard”.
Por otra parte, Alfredo Moreno, en ese momento Ministro de Desarrollo Social, le marcó la pauta a Felipe Larraín, pues él también había viajado a Estados Unidos –a la Universidad de Chicago-, pero el costo del viaje, vale decir pasajes y estadía, lo pagó con dineros de su propio bolsillo.
Para algunos parlamentarios del oficialismo, como es el caso del senador Iván Moreira, que se sumó a lo explicitado por Andrés Chadwick (quien había dicho que la devolución de una parte del dinero efectuada por Felipe Larraín demostraba la ‘buena fe del ministro’, y que además no hubo perjuicio fiscal) aseguró que “el Ministro de Hacienda, Felipe Larraín, era de una honestidad a toda prueba”. Y mientras dirigentes opositores ‘recomendaban’ a Larraín y a Chadwick leer el artículo #8 de la Constitución (principio de probidad), y leer también la Ley 18.575 de Bases, o 19.653 que incorpora normas de probidad administrativa, parlamentarios de la coalición oficialista “Chile Vamos” pidieron a la oposición tener una actitud constructiva y que “no viva estos cuatro años metida en la Contraloría” (así como ellos han querido “vivir metidos en el Tribunal Constitucional” cuando su derecho a veto no les alcanza para castrar proyectos de ley que no son del pleno gusto, goce y usufructo de sus patrocinadores, lo megaempresarios).
La cuestión es que con todos estos intríngulis, ilegalidades y frescuras de cutis ya reseñadas muchos chilenos certifican que lo afirmado a finales del siglo diecinueve por Eliodoro Matte Pérez (bisabuelo de Eliodoro Matte Larraín) continúa siendo parte del alma de la derecha económica, y también de la derecha política ultra conservadora: “Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio“.
Al releer esa frase y recordar los sucesos vividos en la política chilena los últimos 50 años, es posible entender por qué a este gobierno, y a la Derecha en general, no les gusta la Historia, pues ella los condena. Poca duda cabe que en este seco invierno, un viento fresco (muy fresco, heladísimo en nealidad) recorre los pasillos y oficinas de La Moneda.
Todo esto, querido lector, acaecía el año 2018…¿no le parece demasiado coincidente con lo que ocurre en este 2021?