Abril 2020: pandemia, slogans y el intento de bajar el plebiscito

Abril 2020: pandemia, slogans y el intento de bajar el plebiscito

Instalada ya la pandemia del Covid-19 como algo cotidiano, con lo que estamos acostumbrándonos a vivir, se vislumbra ya un irrefrenable deseo por parte de la autoridad de intentar volver a una normalidad que aún está lejos de ser real, acompañada de llamativas frases y eslogans que no se condicen con los momentos que estamos viviendo, ad portas del peak de la pandemia, prevista para mayo, según los especialistas.

Pese a que, día a día, el número de contagiados (con evidente sintomatología y también asintomáticos) no para de crecer, a razón de más de 500 personas (y más también), desde el gobierno se percibe un empeño, acaso contumaz, por reabrir el comercio y también hacer retornar a las personas a sus lugares de trabajo, pese al obvio riesgo para la salud de cada uno y también el consiguiente peligro de contagio en sus respectivos entornos laborales y familiares.

Hasta ahora queda en el aire una sensación que buena parte de las medidas restrictivas de confinamiento y cierre de comercio han sido ejecutadas a contrapelo del real deseo de la autoridad de propiciar esa sensación de rápido retorno a la normalidad, como si la contingencia fuese sólo un paréntesis de algunas semanas porque está la siempre primordial necesidad de ir retomando la producción y recuperar el bien supremo del modelo económico y social que nos rige: las horas productivas. Acaso más valioso que la salud de las personas.

Ministro de Economía, Lucas Palacios, tras reunirse con los máximos líderes empresariales del país en La Moneda, dijo: “La gente necesita vestirse, las mamás necesitan comprar ropa de guagua, estufas, se acerca el invierno y necesitamos espacios techados, etcétera”.

En este sentido no extraña el llamado del Presidente Sebastián Piñera en su mensaje televisado del 19 de abril, cuando habló de un “Plan Gradual de Vuelta a Clases”, mientras en otros países como Perú, ya se optó por el cierre académico del año o, más modestamente, algunos acá proponen el cierre del primer semestre escolar. Pero, no. Acá la estrategia de las autoridades consiste en un retorno lo más rápido posible a clases, sino no se explican las palabras del ministro de Educación, Raúl Figueroa, quien el 23 de abril dijera que “los niños y jóvenes no son un grupo de riesgo del coronavirus COVID-19, por lo cual, no corren mayor riesgo en términos vitales”.

Y en materia económica, las señales apuntan en la misma dirección. Tal como lo indicara el propio ministro de Economía, Lucas Palacios, quien, tras reunirse con los máximos líderes empresariales del país en La Moneda, explicitara que “la gente necesita vestirse, las mamás necesitan comprar ropa de guagua, estufas, se acerca el invierno y necesitamos espacios techados, etcétera”.  Otro guiño al empresariado que necesita urgente el retorno de los trabajadores (no colaboradores) a sus puestos, pues tras el obligado cierre de estas semanas, ha quedado en evidencia, que son estos los que mueven la economía. Mismos que quedaron en la más profunda indefensión frente al denominado “Ley de Protección del Empleo”, que ha permitido a la fecha, a más de 66 mil empresas acogerse a ella, lo que les permite optar a la suspensión del vínculo laboral o bien la reducción de jornada, en cuyos casos la remuneración de los trabajadores la asume su seguro de cesantía.

Todo ello, sumado a palabras provenientes desde el sector empresarial, las que, sin filtro alguno, desnudaron el pensamiento de, al menos, buena parte del sector. Como Carlos Soublette, gerente general de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), quien comentó que “no podemos matar toda la actividad económica por salvar las vidas”.

Todo, primero bajo el paraguas del eslogan “Nueva Normalidad”, anunciado con bombos y platillos por Piñera el 19 de noviembre, aludiendo a un paulatino retorno a las actividades cotidianas, pero bajo una nueva realidad. Frase que pasó rápidamente al olvido a los pocos días para dar paso al denominado plan “Retorno Seguro”, otra frase grandilocuente para decir lo mismo que antes. Frases rimbombantes y escaso sustento.

Como el chiste de Bombo Fica

Conocido por todos es el chiste de Bombo Fica en que se narra la historia de un gran decomiso de droga, cuya cantidad va  disminuyendo a medida que avanza el proceso investigativo. Algo parecido ocurrió con los 1.000 ventiladores mecánicos que, según se dijo originalmente iban a ser ofrecidos por el gobierno chino.  Al cabo de unas semanas estos bajaron a 500, los que se supone iban a ir a ser recogidos por un avión Fach, que nunca despegó. Luego, el embajador chino en nuestro país, Xu Bu, dijo desconocer un acuerdo entre ambos gobiernos al respecto, tal como había señalado el ministro Mañalich. Y a los pocos, días, se dijo que se trataba de un acuerdo entre privados y que todo era obra de grandes grupos empresariales que estaban haciéndose cargo de esta adquisición. Finalmente, con bombos y platillos, el presidente Piñera recibió 72 ventiladores mecánicos desde la losa del aeropuerto.

Jaime Mañalich: “En relación al número de pacientes recuperados, la definición que hemos utilizado por sesgo de expertos internacionales, tenemos 898 pacientes que ya han dejado de ser contagiantes, que no son una fuente de contagio para otros y los incluimos como recuperados. Estos son las personas que han cumplido 14 días desde el diagnóstico o que, desgraciadamente han fallecido”.

Este ejemplo es sólo uno dentro de las desprolijidades comunicacionales en el Ministerio de Salud, las que han estado a la orden del día. Porque la frase del ministro de Salud el 7 de abril, sobre los pacientes recuperados, entre los que se contabilizan los fallecidos, dio la vuelta al mundo: “En relación al número de pacientes recuperados, la definición que hemos utilizado por sesgo de expertos internacionales, tenemos 898 pacientes que ya han dejado de ser contagiantes, que no son una fuente de contagio para otros y los incluimos como recuperados. Estos son las personas que han cumplido 14 días desde el diagnóstico o que, desgraciadamente han fallecido”.

Otro autogol comunicacional del que la autoridad tuvo que desdecirse guarda relación con el carnet de alta que sacaron para aquellos pacientes contagiados de Covid-19 que hubieran salido de la enfermedad. Pese a que desde el inicio el ministro Mañalich habló que se trataba de un documento para enfermos que “ya gozaban de inmunidad”, tras sendos reportes de la Organización Mundial de la Salus (OMS), las autoridades locales retrocedieron y explicaron que sólo se trataba de un “carnet de alta”, que no implicaba, necesariamente, que la persona fuese inmune al coronavirus.

Buscan hacer caer el plebiscito constituyente

Y cuando todo el país estaba enfocado en la pandemia del Covid-19, salió a escena el ex ministro del Interior, Andrés Chadwick para poner en duda la realización del plebiscito. El ex hombre fuerte del gobierno, acusado constitucionalmente el año pasado, en un foro organizado por el Instituto Libertad y Desarrollo (asociado a la UDI), planteó que, con el escenario de coronavirus, existe “una probabilidad que no podamos tener plebiscito en octubre, por lo que sería necesario contar con un plan B”. Frase que pudo haber sido la solitaria voz de uno de mandamases del gremialismo, pero no.

Diputada RN Ximena Ossandón: “Hay un sector de derecha más extremo que nunca ha querido el plebiscito. Con esta jugada el gobierno se arriesga a una segunda ola de estallido social que sería peor que cualquiera de las crisis que estamos viviendo

Tras ella, vino su sucesor, Gonzalo Blumel, quien dos días después aseguró que para la realización del plebiscito en octubre “deben darse una serie de condiciones relacionadas con la realidad sanitaria del país por el coronavirus”. Y si alguien tenía dudas que esto no eran casualidades, por la noche de ese mismo domingo, fue el propio presidente Piñera quien confirmó la operación para intentar bajar el plebiscito constituyente de octubre próximo. En entrevista con CNN en Español, el Mandatario señaló que el referéndum “se postergó para octubre, pero yo pienso, y en esto estamos especulando, que quizás la recesión económica va a ser tan grande, va a poner tantos desafíos a todos los países, incluyendo a Chile, que este es un tema que quizás se va a volver a discutir”. Con lo que no quedaron dudas de la operación para que el plebiscito acordado para el 25 de octubre no se lleve a cabo.

Si había agua en esa piscina sólo el tiempo lo dirá. Pero todo indica que este espolonazo fue una prueba de fuerzas y para medir el real apoyo en el sector a este plan. Y quedó claro que no hubo unanimidad. Prueba de ello fueron las palabras de la diputada de RN, Ximena Ossandón, quien no tuvo pelos en la lengua para apuntar directamente al hombre fuerte del poder, Cristián Larroulet, como encargado de maquinar esta operación. Y señaló: “Hay un sector de derecha más extremo que nunca ha querido el plebiscito. Con esta jugada el gobierno se arriesga a una segunda ola de estallido social que sería peor que cualquiera de las crisis que estamos viviendo”.

Mientras tanto, el gobierno se muestra ávido para que la gente salga a consumir, pero no para que salga a votar en octubre. Prioridades.

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1 Comentario

  • Muy buen resúmen. felicitaciones.

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